Dice la canción

Nada que perder de Sharif

album

Sobre Los Márgenes

1 de mayo de 2013

Significado de Nada que perder

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Nada que perder, de Sharif, es una canción que se encuentra en su álbum "Sobre Los Márgenes", lanzado en 2013. Esta pieza musical destaca dentro del género del hip hop y rap, gracias a la habilidad lírica del artista y a la profundidad emocional de sus versos.

La letra de "Nada que perder" es una reflexión conmovedora sobre la vida desde las vivencias de alguien que ha crecido en un entorno duro y desafiante. Sharif plantea preguntas provocadoras sobre conceptos abstractos como la justicia, el destino y la fe. A través de su lenguaje poético y directo, ilustra cómo estas ideas pueden tener significados diferentes para aquellos que viven al borde de la marginalidad. Este contraste entre lo divino y lo terrenal resuena con fuerza cuando menciona: “si la bendita fe no quita el hambre”, evidenciando así una lucha constante por dignidad y supervivencia.

El uso recurrente de metáforas en sus letras -como el pájaro maldito o el potro sin establo- encarna tanto su desamparo como su deseo inquebrantable de libertad. Cuando dice haber aprendido a vivir sin miedo, se presenta un acto casi revolucionario; ello implica no solo un desafío frente a las dificultades externas, sino también frente a los demonios internos. Este grito ahogado que menciona se convierte en símbolo de una voz olvidada en una sociedad donde sobrevivir puede parecer un delito.

El famoso verso “nada es más peligroso que un hombre sin esperanza” encapsula perfectamente el mensaje central de la canción: el poder transformador de la desesperanza. La frase nos recuerda que quien carece ya de lo material puede encontrarse liberado del miedo a perder; el verdadero peligro radica en un ser humano empoderado por su propia fatalidad, capaz de desafiar las normas establecidas. Este poderoso contraste entre lo perdido y lo liberado da cuenta del espíritu combativo del protagonista.

La segunda parte refuerza este sentido de resistencia ante adversidades constantes al hablar sobre “nuestra propia justicia” y vivir “a la espera de un milagro”. La noción estadística del barrido entre lo bueno y lo malo invita al oyente a cuestionar sus propias percepciones morales. La insistencia en preguntar qué es realmente blanco o negro refleja frustración por una vida marcada por tonalidades grises sociales, donde los valores son distorsionados por necesidades inmediatas.

Un aspecto notable sobre "Nada que perder" es cómo Sharif logra conectar emocionalmente con sus oyentes mediante una narrativa cruda pero auténtica. Su capacidad para retratar experiencias personales universales permite que quienes han vivido situaciones similares se sientan comprendidos e incluidos dentro del relato; esto desencadena empatía hacia su entorno.

Es curioso también cómo esta canción respira sinceridad desde su creación hasta su recepción crítica; ha sido valorada no solo por su impacto lírico sino también por tocar fibras sensibles relacionadas con injusticias sociales contemporáneas. Lo esencial es recordar quiénes somos en nuestra humanidad compartida, independientemente del contexto cultural o económico.

En conclusión, "Nada que perder" trasciende más allá de ser simplemente una composición musical; es una manifestación potente del arte como espejo reflejante ante realidades soslayadas. Al hacer callar esos gritos internos mediante poesía visceral, Sharif abre espacios para diálogos necesarios autour socio-políticos sin abandonar nunca ese deseo inherente a luchar por algo mejor, incluso cuando parece imposible conseguirlo.

Interpretación del significado de la letra realizada con IA.

Dime qué es un rey para un mendigo,
qué es la suerte, qué es la ley, qué es el destino,
qué es lo divino pal que vive en el alambre,
si la bendita fe no quita el hambre.
Dime cómo se mide la vida y el infinito,
dime qué es la justicia, cuando sobrevivir es un delito
dime si sabes cómo silenciar el grito
que se posa en mi garganta igual que un pájaro maldito.
Aprendí a vivir sin miedo, a cantar con furia,
a limpiarme las lágrimas con la lluvia,
ya desde niño con el hambre como escuela,
el mundo de recreo y la calle bajo mi suela.
Y no aprendí en el diccionario que quiere decir respeto,
el barrio entero tuve de alfabeto,
de mí papá nunca jamás tuve noticia
así que tuve que aprender a aprender sin su caricia.
Y yo crecí corriendo como potro sin establo,
en un hombro Dios y en otro el diablo.
Quemando el presente, luchando a diario
con sangre impaciente, esperando que llegue lo extraordinario.
Y el barrio fue mi ruedo, la calle el juego
donde niños se hacen hombres, a sangre y fuego.
Y es justo luego cuando empiezas a entender
que si no se tiene nada ya no hay nada que perder.

Traemos malas noticias,
nuestra propia justicia,
no tenemos bandera
vivimos a la espera de un milagro que no llega.
Traemos malas noticias,
nuestra propia justicia,
no tenemos bandera
vivimos a la espera de un milagro que no llega.

Dime qué es lo blanco y qué es lo negro,
qué es lo sano, qué es lo malo, qué es lo bueno.
Pa' que rezar si nunca se cumplen los planes?
Dónde está el milagro de los peces y los panes?
Vamos dime, como llenas las horas de estío
cuando el hastío y el frío dejan tu pecho vacío,
dime si está seco el río, dime si queda inocencia,
en esta sociedad donde todo es apariencia.
Aprendí que nadie nace ni asesino ni culpable,
pero el destino a veces es un miserable,
suave y amable pone la miel en tu boca,
luego se equivoca y te mata cuando no toca.
Señoría, no espere que le pida perdón,
no es rebeldía, es poesía por compasión,
si todavía no hay culpa sin redención,
yo tengo la sangre fría, pero ardiendo el corazón.
Porque crecí como las flores salvajes
en las esquinas y en el barro,
llevando un carro lleno de ruinas, pero feliz.
Sabiendo que la flor tiene raíz,
cuidando los detalles en las calles y el matiz.
Que descubre lo valioso en la balanza,
nada es más peligroso que un hombre sin esperanza
tan solo somos agua en el molino
hijos de las estrellas y del polvo del camino.

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