La canción "Catedral" de Francisca Valenzuela, incluida en el álbum "Tajo Abierto", refleja una exploración íntima y emotiva del cuerpo, la identidad y la dualidad entre lo sagrado y lo cotidiano. Con un estilo que se inscribe dentro del pop contemporáneo, Valenzuela logra conectar con sus oyentes a través de letras que invitan a la reflexión y la autoaceptación.
Desde el inicio de la canción, Valenzuela establece una declaración provocativa: "No creo en lo bueno / No creo en lo malo". Estas líneas iniciales desafían las nociones convencionales de moralidad y nos llevan a cuestionar qué significa realmente ser humano. La composición sugiere que más allá de los juicios preconcebidos sobre nuestras acciones o pensamientos, existe una aceptación profunda de "lo que hay", un llamado a reconocer nuestra existencia tal como es, sin adornos ni prejuicios.
El uso de la metáfora de la "catedral" es particularmente impactante. En este contexto, el término puede interpretarse como un símbolo del propio cuerpo como un espacio sagrado. A menudo asociamos las catedrales con lo divino, lo inalcanzable y las normas sociales estrictas; sin embargo, Valenzuela nos recuerda que "no hay milagro" ni "santo", sino simplemente "cuerpo / Y mente". Esta afirmación plantea una ironía al comparar algo percibido tradicionalmente como sagrado con el simple hecho de existir físicamente. Es como si estuviera sugiriendo que nuestro cuerpo es suficiente en sí mismo para ser celebrado.
La frase recurrente “no me disculpo por lo natural” actúa como un poderoso manifiesto personal. Aquí se transmite un rechazo a las expectativas externas y a los sentimientos de culpa asociados con la naturaleza humana. Este empoderamiento tumbado sobre la aceptación no solo promueve la autoconfianza sino también abre la puerta a diálogos sobre cómo se percibe el cuerpo en nuestra sociedad actual.
A medida que avanzamos en la letra, surgen referencias al “cuerpo eléctrico”, indicando no solo física sino también vitalidad espiritual. La conexión entre cuerpo y energía se presenta aquí casi como una celebración: nuestra corporeidad no es solo un papeles más físico; es además esencialmente dinámica y llena de posibilidades. Esto puede verse alineado con tendencias contemporáneas hacia una mayor conciencia corporal y aceptación tanto de nuestros aspectos físicos como emocionales.
Si bien algunos podrían interpretar esta obra desde una perspectiva puramente hedonista, quizás sería útil pensar en ella desde el prisma del auto-conocimiento; parece sugerir que en lugar de sucumbir ante expectativas externas o internos errores morales percibidos, deberíamos encontrar belleza e integridad dentro del caos humano natural.
En cuanto a datos curiosos sobre "Catedral", “Tajo Abierto” fue muy bien recibido por críticos musicales al momento de su lanzamiento hace unos años, consolidando aún más a Valenzuela como voz representativa del pop latinoamericano contemporáneo. Este tema particular ha resonado especialmente entre jóvenes oyentes gracias a su mensaje inclusivo y liberador sobre el cuerpo y la identidad.
En resumen, “Catedral” es mucho más que una simple reflexión poética sobre el cuerpo; es una invitación poderosa a aceptar nuestras imperfecciones humanas mientras celebramos nuestra existencia individual sin necesidad de justificaciones. La habilidad de Francisca Valenzuela para unir estos conceptos complejos —la espiritualidad del cuerpo junto con su deseo jubiloso por vivir— convierte esta pieza musical en un himno provocativo para aquellos que buscan aceptarse plenamente tal como son.